sábado, 11 de diciembre de 2010

Laicos del Monasterio de la Conversión

En los orígenes de nuestra comunidad, formada por cuatro hermanas, ya hubo un matrimonio muy cercano a nosotras, que atrajo a otros y, poco a poco, se convirtieron en un grupo de familias, a las cuales hemos visto crecer junto con sus hijos. La Comunidad se ha ido haciendo en un camino paralelo a esta inquietud por colaborar con los laicos que se acercaban a nosotras y que, desde el principio, quisieron vivir la espiritualidad agustiniana, compartiendo los fundamentos de nuestro carisma, teniendo encuentros comunes para orar juntos y crecer en la fe, recorrer el mismo camino iluminado por el diálogo y el intercambio de experiencias a la luz de la Palabra y, también colaborando desde su condición de laicos con nuestro proyecto comunitario, trabajando juntos en diversas actividades. Según dice el documento titulado: “En camino con San Agustín” sobre las Fraternidades Agustinianas Seculares, publicado en 2001 por la Curia Agustiniana, “Laicos y Religiosos podemos compartir una misma espiritualidad y establecer una interrelación que nos enriquezca mutuamente”. Es lo que la Exhortación Apostólica Vida consagrada llama “intercambio de dones”.

En nuestra andadura, de tan solo diez años, nuestra comunidad no puede pensar en sí sino abierta a esta realidad diferente dentro de la Iglesia, en la que unos y otros nos complementamos. Nuestros laicos agustinos han compartido ya muchos momentos importantes en este tiempo, la celebración del triduo pascual, las grandes fiestas agustinianas y otros momentos conmemorativos señalados dentro de nuestra vida. Han hecho posible la grabación de un CD de música litúrgica y la composición de otros temas, han trabajado con desinterés y tremenda generosidad en la construcción de nuestra futura casa, que será también lugar de encuentro para mucha gente, han participado en actividades pastorales y formativas propiamente nuestras. Hemos compartido mucho en estos años y sentimos que caminamos al unísono cada uno desde su identidad y misión concreta: laicos y religiosos.

El último hito significativo de nuestro caminar en comunión ha sido la toma de la cruz agustiniana que lleva la Comunidad. Este signo, festejado el pasado 28 de agosto, Solemnidad de San Agustín, ha supuesto un paso importante en este camino de comunión fraterna donde se estrechan nuestros lazos y la especial sintonía dentro del carisma agustiniano pretendiendo hacer nuestro el ideal de vivir con una sola alma y un solo corazón, buscando la unidad en la diversidad tan predicada por San Agustín.

Nacho Monar y su esposa Marta fueron los primeros laicos que se acercaron a la Comunidad de la Conversión en sus comienzos.
En la foto, el Obispo Don Rafael Palmero imponiendo la cruz de la Comunidad a Nacho
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